El éxito de la respuesta brasileña al VIH y al SIDA, hasta hace poco un caso emblemático mundial de buenas prácticas que implicó la articulación entre gobiernos y organizaciones de la sociedad civil, está aparentemente en caída. Los colegas de las comunidades hacen responsable principalmente a la Presidenta de la República Dilma Rousseff y su gabinete.
Organizaciones históricas de gays y personas que viven con VIH han cerrado recientemente como resultado del desfinanciamiento, agravado por la total desaparición de la cooperación internacional para la salud y el desarrollo de Brasil. Es importante resaltar que esto no se refiere exclusivamente a las organizaciones con trabajo en SIDA, sino a otros sectores que trabajan en pobreza, derechos humanos, salud sexual y reproductiva, etc. Como consecuencia, hay menos control y vigilancia social sobre el Gobierno.
Como Herbert “Betinho” de Souza dijo: “No se trata de que las ONG reduzcan o sustituyan al Estado; se trata en realidad de colaborar con la democratización”. Así y todo, algunas ONG han llegado a ciertas comunidades en el “Brasil profundo” con servicios donde el Gobierno no ha podido llegar, a pesar de tener la obligación de hacerlo.
Hoy un grupo importante de delegados de la sociedad civil en la conferencia invadió el stand del Gobierno brasileño e ingresó al Centro de Medios al grito de “¡El Gobierno brasileño debe hacer su tarea para el hogar!”.
Evidentemente la casa no está en orden, el Gobierno está cambiando la agenda y un movimiento social único y modelo, orgullo de la región, está en vías de extinción. Esperemos que esto esté al tope de la agenda del Foro Regional en San Pablo el mes que viene.